El 28 de octubre de 2008, 498 mártires españoles fueron proclamados bendecidos por el Papa Benedicto XVI. Esto marcó el mayor número de beatificaciones simultáneas en la historia de la Iglesia. Unas cincuenta mil personas se reunieron en la Plaza de San Pedro para la celebración de los mártires.

Cuatro marianistas: Miguel Léiber Garay, SM; Florencio Arániz Cejudo, SM; Joaquín Ochoa Salazar, SM; y Sabino Ayastuy Errasti, SM todos mártires durante la relgiosa persecución en España en 1936, estábamos entre ellos. Desde el principio, estos cuatro marianistas sintieron la llamada de Jesús a seguirle en la Sociedad de María. Y respondieron con generosidad.

MIGUEL LÉIBAR GARAY
Nacido el 17 de febrero de 1885 en Aozaraza-Arechavaleta. Es un chico agudo, feliz, bromista, pero buen estudiante y piadoso. No muy lejos de su pueblo en Escoriaza está el Postulado Marianista de Nuestra Señora del Pilar.

Papá, quiero ser como ellos.

¡De ninguna manera, hijo! - un chico tan travieso como tú nunca podría ser un religioso. Y lo que es más, nuestro pueblo siempre necesita muchos brazos fuertes y tú también tienes que ayudar.

Pero te ayudaré de otra manera...

Miguel hizo sus primeros votos el 24 de marzo de 1903. Hizo sus votos perpetuos en 1907. Licenciado en filosofía por la Universidad Central de Madrid, estudió teología en la Universidad de Friburgo en Suiza.

FLORENCIO ARNÁIZ CEJUDO
El menor de cuatro hermanos. Nació el 10 de mayo de 1909, en Espinosa de Cerrata. Sus padres son agricultores. Es un buen niño, dócil, alegre, tranquilo y piadoso. Un excelente maestro del pueblo lo hace su ayudante; así puede ayudar a enseñar a los alumnos más jóvenes. A Florencio le encanta esto. También ayuda al párroco como servidor y esto también le encanta... Un día, su amigo Agapito Alonso le dice: "Voy a Escoriaza para ser religioso."

Y Florencio pregunta: "¿No puedo ir yo también?"

Florencio toma los primeros votos el 5 de septiembre de 1926. Se gradúa en educación primaria y hace sus votos perpetuos en 1934.

JOAQUÍN OCHOA SALAZAR
Su familia vive en Berantevilla, pero él nace el 16 de abril de 1910, en la casa de su abuela materna en Villanueva de Valdegovía. En la familia hay seis hijos: cuatro niñas y dos niños. Son una familia muy unida. El padre trabaja para el gobierno local de la provincia de Álava y está destinado con su familia en Peñacerrada. Un buen día, el padre Gregorio Lasagabáster pasa por allí para hablar de los marianistas. Se apuntan tres niños: los dos hermanos Ochoa y un amigo, Agustín Alonso.

De hecho, dos de ellos se convertirían en excelentes religiosos, buenos educadores y directores de escuela. Joaquín "tiene una buena disposición, es bueno y responsable, concienzudo, trabajador y piadoso."

Hace sus primeros votos el 5 de septiembre de 1928 y sus votos perpetuos en 1935. Habiendo completado su bachillerato en Segovia, está estudiando para su licenciatura en historia.

SABINO AYASTUY ERRASTI
Nace el 29 de diciembre de 1911, en Aozaraza, como Miguel Léibar. Es el sexto de siete hijos, pero pronto su padre muere. También se propone entrar en la cercana comunidad marianista de Nuestra Señora del Pilar. Es un joven con una personalidad rica y sensible con sentimientos profundos. Un día lo mandan con el burro de la casa a hacer unos recados. No regresa y pronto lo encuentran en el camino, como un franciscano, instando a su burro a seguir adelante:

"¡Come, pequeña criatura, come, para que puedas seguir adelante y llevarme allí!"

Sin embargo, tiene otro lado: difícil, rebelde, y sin embargo es de inmensa buena voluntad. Sus tremendos arrebatos de cólera son seguidos pronto por un arrepentimiento notablemente humilde. Y, como es habitual en él, Dios es todo. Hace sus primeros votos con Joaquín Ochoa el 5 de septiembre de 1928.

El padre Miguel Léibar comienza su ministerio sacerdotal en Cádiz. Luego es nombrado director del Colegio San Juan Bautista de Jerez durante seis años (1916-1922). Se convierte en capellán en Vitoria, y luego, una vez más, en director, esta vez en el Colegio Católico de Santa María en San Sebastián (1925-1930). Director de la comunidad, es un verdadero padre para sus hermanos, fomentando su vida espiritual y atendiéndolos con ternura, cuando están enfermos. Es querido por todos.

En 1930 es enviado como capellán al Colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid, dirigido por el Siervo de Dios Padre Domingo Lázaro. Se convierten en amigos íntimos.

"Es un educador de primera clase" dinámico, entusiasta y presente a todos y a todo en la escuela. Sabe cómo llegar a sus estudiantes, ser exigente y a la vez permanecer cerca de ellos. Es su director espiritual y confesor, y expresaría su ideal con estas palabras: "El gran deseo de mi vida es guiar a las almas por el camino del cielo."

Un superior marianista diría de él:

"Los niños lo aman. Es un alma esencialmente dedicada, que sabe doblegarse a las circunstancias, a las personas y a la situación imprevista. Como profesor, tiene un don especial para atraer a los estudiantes y tratar con ellos. Hace que les guste trabajar..."

Florencio Arnáiz flexiona sus primeras alas como educador en septiembre de 1928 en el Colegio de Jerez. Allí se entrega totalmente a los más jóvenes estudiantes que vinieron a adorarlo... sin mencionar el hecho de que sus madres también lo adoran. Siempre preocupado por mejorar su enseñanza, le gusta estar al día en lo que respecta a la pedagogía y la pastoral. En septiembre de 1933 es enviado al Colegio del Pilar de Madrid, donde vuelve a dejar su huella única en sus pequeños madrileños.

Sabino Ayastuy comienza su ministerio de educación en septiembre de 1931 con los jóvenes aspirantes marianistas en su tierra natal de Escoriaza. Permanece allí hasta septiembre de 1935, con un breve período de ausencia para los cursos en San Sebastián. Para aquellos a los que ayuda a discernir su llamada, deja un recuerdo inolvidable. Uno de ellos escribe:

"Todavía puedo verle con su amable sonrisa, su cariñoso comportamiento, cómo entraba por la puerta trasera del estudio y caminaba hacia nosotros sin el más mínimo ruido, para ayudarnos con nuestro trabajo de curso. Y nos susurraba al oído: Filioli carissimi... [Mis queridos niños...] Le gustábamos de verdad y podíamos ver sus intentos de reinar en su ira y su mal genio... Una intensa vida interior de fe brillaba a través de todo lo que enseñaba. Nos repetía a menudo las palabras de San Pablo: "Esta es la voluntad de Dios: que os hagáis santos".

Joaquín Ochoa, que había comenzado su ministerio de educación con Sabino en Escoriaza, es enviado al año siguiente al Colegio del Pilar en Madrid. Allí, de 1932 a 1936, se encarga de los niños de 8 a 10 años. Se dedica de todo corazón a ellos. Así que fíjense en sus superiores:

"Excelente religioso. Cumple todos sus deberes fielmente. Juicio recto, prudente, responsable, muy dócil. Muy dedicado. Totalmente enamorado de su profesión de religioso y educador".