Causas marianistas
VENERABLE
P. DOMINGO LÁZARO, SM
El 13 de mayo de 2019 y por autorización del Santo Padre Francisco, la Congregación de las Causas de los Santos declaraba Venerable al padre Domingo Lázaro Castro (nacido en San Adrián de Juarros, España, el 10 de mayo de 1877, y muerto en Madrid, España, el 22 de febrero de 1935), en reconocimiento al ejercicio heroico de las virtudes cardinales y teologales.
El padre Domingo fue un religioso marianista que consideró un regalo divino su consagración a la Virgen María. Sacerdote ejemplar, muy estimado como director espiritual, que dedicó su ministerio sacerdotal a la evangelización de los jóvenes y al gobierno de los religiosos españoles, de los cuales fue provincial en 1916 a la joven edad de 39 años. El padre Domingo destacó por una elevada inteligencia y aguda capacidad de análisis, por lo que su criterio y sus juicios fueron muy apreciados por el Consejo general. En el contexto cultural y político español y en la tradición escolar marianista, el padre Domingo, en virtud de su inmenso saber pedagógico, hizo de la escuela católica un instrumento de primer orden para la formación cristiana de la juventud; objeto determinante de su misión sacerdotal.
La vida marianista en España tiene en el P. Domingo Lázaro, a uno de los referentes más preciosos: como pedagogo y educador, como hombre de Iglesia y colaborador con otras congregaciones educativas, como espíritu abierto a la renovación de la educación y la catequesis; y como testigo de su fe, por seguidor de Jesús, por marianista y por su profunda vida espiritual. El testimonio profundo que nos dejó, hizo que los marianistas españoles promovieran el estudio de su figura y su legado intelectual y espiritual. Al mismo tiempo, se abrió un proceso eclesial para solicitar que fuera declarado modelo de santidad: primeramente con la fase diocesana, y actualmente con la causa introducida ya en Roma.
La provincia marianista de Madrid ha creado una fundación canónica cuyo fin y objetivo fundamental es garantizar la educación marianista y el futuro académico y de gestión de los colegios, y la ha puesto bajo la tutela de Domingo Lázaro. Por tanto, la Compañía de María ha transferido la titularidad de ocho de sus centros a la “Fundación Educación Marianista Domingo Lázaro (FEMDL)”. Se excluye el colegio Santa Ana y San Rafael, (que pertenece desde su origen, a la fundación que lleva su nombre), pero se abre a la posible incorporación de otros centros. El P. Domingo Lázaro queda así en la FEMDL como referente pedagógico y espiritual, y nos recuerda la fecunda trayectoria de tantos religiosos y seglares comprometidos en la educación marianista en España.
Su tumba en la iglesia gótica del colegio Nuestra Señora del Pilar, de Madrid (centro del que fue director, desde el que gobernó la provincia de España y ayudó a crear la FAE), es un lugar de oración y un memorial de su figura y su mensaje.
Biografía
Orígenes y estudios (1877-1905)
Domingo Lázaro y Castro, quinto hijo de Julián y Petronila, nació en San Adrián de Juarros (Burgos), el 10 de mayo de 1877, en una
modesta familia de labradores. Su madre, cristiana de profundas convicciones, fue la primera formadora de su fe. Desde niño dio pruebas de una inteligencia muy despierta y de una marcada inclinación a la práctica de la vida espiritual. En 1889 ingresó en el postulantado que acababan de abrir en Vitoria los religiosos marianistas. Pasó a Francia para completar su formación, y en Moissac hizo su primera profesión el 10 de septiembre de 1893. Ya en España, hizo la profesión perpetua en Escoriaza, el 15 de agosto de 1898. Cursó teología en la Universidad de Friburgo (Suiza), donde fue ordenado sacerdote el 5 de agosto de 1906. Estrenó su sacerdocio como capellán del colegio Santa María, de San Sebastián, del que un año más tarde fue nombrado director.
Primer Provincial de España e impulsor de la misión marianista (1916-24)
El P. Domingo fue nombrado provincial de España en 1916. La implantación de la Compañía de María en nuestro país tuvo lugar en 1887. Pocos años más tarde, en 1895, fue erigida en provincia autónoma. Hasta 1916 estuvo regida por provinciales franceses. Consolidada ya la provincia y garantizado el reclutamiento vocacional, la Administración general juzgó oportuno dotarla de un provincial español. Se optó por el P. Domingo, que tenía en ese momento 39 años. La instalación del nuevo provincial se realizó en Vitoria el 15 de Agosto de 1916, presidiendo el acto el superior general, P. José Hiss. Lázaro fijó su residencia en Madrid. La SM se había establecido en la capital de España en 1904 en unos pisos con religiosos universitarios. La presencia se consolida a partir de 1907, con la fundación del colegio Nuestra Señora del Pilar. Este colegio comienza su andadura en varios pisos diseminados en el barrio de Salamanca, y es en ese momento cuando Domingo Lázaro comienza su provincialato. Al mismo tiempo que se preocupa de los religiosos y las comunidades, tiene que ocuparse, al año de ser elegido, de un acontecimiento de primera magnitud: el centenario de la Compañía de María, en 1917. El peso de la celebración tuvo que asumirlo íntegramente el provincial, ya que ningún miembro de la AG pudo desplazarse a causa de la guerra europea.
Después de muchas dudas, apremiado por la urgencia de encontrar un edificio grande que respondiera a las necesidades de espacio, y tras dificultosas gestiones con los herederos de Doña María Diega Desmaissiéres y Sevillano, duquesa de Sevillano, el 25 de Enero de 1921, firmaba la compra del “colegio más hermoso de España”, en la calle Castelló, y trasladaba allí el colegio Nuestra Señora del Pilar. Un edificio neogótico que a partir de ese momento se convirtió en el primer complejo educativo marianista de Madrid, y sede también de la Administración provincial. También le tocó al P. Domingo iniciar el largo camino de la fundación benéfico-docente de Doña Ana de Bertodano, marquesa de Bárboles, que tras un pleito difícil, culminó años más tarde, al hacerse cargo la Compañía del colegio Santa Ana y San Rafael, que fue desde el principio una obra de un claro compromiso con ambientes sociales más necesitados. En esta misma línea, Domingo Lázaro promovió la fundación de centros en zonas deprimidas y ambientes más populares, en España (escuela de Villarrín de Campos-Zamora), y en Marruecos (Alcazarquivir). Y se fundó en Ciudad Real una comunidad al servicio del “Instituto Popular de la Concepción”, que desembocaría después en el colegio Nuestra Señora del Prado. Precisamente envió como director de la Popular a D. Carlos Eraña, figura clave en los comienzos de la misión marianista en la Mancha, testigo de la fe y modelo de educador marianista. Carlos Eraña fue declarado beato por la Iglesia en 1995, junto a Jesús Hita y Fidel Fuidio, magníficos educadores los tres.
Director del colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid (1924-35). Educador en lo humano y en lo cristiano
A instancias de sus superiores renunció al provincialato en 1924 para hacerse cargo de la dirección del colegio Nuestra Señora del Pilar, de Madrid. Es el primer director español, después de Luis Heintz, fundador y primer director del colegio. Si como superior el P. Domingo prestaba gran atención a la comunidad, otro tanto hacía como director del colegio. En dos vertientes complementarias: la religiosa y la humana. Ambas facetas pueden estar simbólicamente unidas en el lema que hace inscribir en el arranque de la escalera central del colegio: “La verdad os hará libres”, frase de Jesús (Jn 8,32), y letrero que ha marcado el espíritu del colegio. La preocupación por vivir en la verdad liberadora y ser testigos de ella, llenó al P. Domingo: no en vano le llegaron a llamar algunos “el padre verdades”. Como educador cristiano, le preocupó primordialmente la formación religiosa de los educandos. En su doble faceta: doctrinal y práctica. En lo doctrinal, constató al punto la deficiencia de los textos de religión, tanto en la enseñanza primaria como en la media. Esta constatación deprimente sirvió de acicate a su gran iniciativa y creatividad. En la enseñanza primaria introdujo los procedimientos intuitivos, para una me jor comprensión del catecismo. Y a los maestros les facilitó abundante literatura sobre catequesis y pedagogía catequética. Se mostró igualmente innovador en la enseñanza media. Insatisfecho con los textos de religión escolar vigentes, elaboró el suyo (en la más pura tradición marianista, de crear los propios textos docentes): “Doctrina y vida cristiana”, un clásico en los textos escolares, que está en los orígenes de lo que años más tarde será la aventura de una de las más importantes editoriales de Iglesia en España: Ediciones SM. Si de la enseñanza descendemos a la práctica, hallamos también la profunda huella del P. Domingo en la formación religiosa de los alumnos: presidiendo las celebraciones, explicando la celebración de la Eucaristía, predicando en la misa dominical, dedicando mucho tiempo al confesonario, etc Especial interés ofrecen las celebraciones de la primera comunión. Atento a las nuevas orientaciones de Pio X, impulsó las primeras catequesis y tandas ya en San Sebastián en el curso 1910-11. Para promover el espíritu y la práctica de la oración compuso un “Manual de oraciones”, idea que cuajó posteriormente en los colegios marianistas y que tuvo formulaciones y adaptaciones muy interesantes en los años 50 y 60 (“Hijos de Dios”).
Otra faceta importante de la actividad apostólica de Domingo Lázaro fue la atención que prestó a la Congregación mariana (que funcionaba solo en ambientes colegiales; hasta 1950 no llegaría el salto al mundo adulto con la creación de CEMI), organizada por él mismo en el colegio. También aquí, como siempre, se propuso garantizar el futuro de estas agrupaciones. Por ello elaboró un “Manual del congregante”, que sirvió después de vademécum en los demás colegios. Como se ve, el P. Domingo plasmaba continuamente sus ideas y sus iniciativas en libros que después suscitaban líneas de futuro, en lo pedagógico o catequético… La acción educativa del P. Domingo no se ciñó al ámbito de los alumnos, sino que irradió en las familias de estos, en las asociaciones de Antiguos Alumnos y en la propia sociedad: esto sucedió en San Sebastián y luego en Madrid. Su reputación de hombre sabio, de educador competente y de religioso cabal, se extendió rápidamente, y esto hacía que sus charlas y conferencias pedagógicas y religiosas en la ciudad fueran seguidas con mucho interés, y crearan el caldo de cultivo de lo que vendría a continuación.
Fundador de la FAE, pedagogo y hombre de Iglesia (1930)
El P. Domingo al llegar a Madrid, no solo se puso en contacto con los responsables de los institutos religiosos docentes, y con figuras de la filosofía y educación católica (el filósofo Zubiri había sido discípulo suyo, y luego amigo personal), sino que estuvo muy atento a las nuevas corrientes del pensamiento filosófico y pedagógico en España. Especialmente constató la fuerza y el dinamismo de la Institución Libre de Enseñanza, y su repercusión en el país a través del Instituto Escuela. Empieza entonces un gran movimiento de las fuerzas educativas en España. Y aunque por una parte constata las grandes diferencias ideológicas o espirituales entre la ILE y los planteamientos eclesiales, no deja de sentir un gran interés por este proyecto profundamente renovador de la Institución Libre de Enseñanza. El piensa en cristiano un proyecto de renovación educativa desde la Iglesia:¿el colegio Nuestra Señora del Pilar, un Instituto escuela católico? Fruto de sus contactos con pensadores, políticos y educadores cristianos, Lázaro ha constatado las grandes carencias del sistema educativo oficial, y los problemas y peligros que se vislumbran para los centros de Iglesia. Por otra parte ve la falta de coordinación en las congregaciones docentes, y se lamenta de que la educación no sea la principal preocupación de nadie: gobernantes, políticos, sociedad, familias. ¿Qué hacer? Responde con su habitual clarividencia y sentido práctico: a) luchar por la libertad de enseñanza. b) despertar la conciencia de los católicos en este campo, y c) crear un cuadro de educadores cristianos, con su “estado mayor docente”. Es así como surge la “Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE)” destinada a potenciar iniciativas pedagógicas, estimular una mayor y mejor preparación del profesorado, y defender los intereses y derechos de la enseñanza cristiana. En la génesis intervino también junto al P.Domingo, D.Antonio Martínez sm, uno de los directores técnico del colegio del Pilar, y otra de las grandes figuras de la educación marianista en España. Se iniciaron rápidamente las gestiones. La primera, convocar a los superiores de los institutos docentes, con el fin de coordinar esfuerzos. Luego, agrupar a los seglares cristianos más comprometidos en asuntos pedagógicos. No fueron escasos ni fáciles los esfuerzos que hubo que hacer para aunar pareceres y voluntades. Hubo momentos de vacilación y tentación de abandonar el proyecto, que se sospechaba complejo. El P. Domingo Lázaro fue encargado de redactar una Memoria y de presentarla, juntamente con el jesuita Enrique Herrera Oria (hermano de Ángel Herrera, director de El Debate), al primado, Don Pedro Segura. Era el mes de Marzo de 1930. Se redactaron los estatutos y se creó la primera Junta. En ella estaba de vocal Pedro Poveda, fundador de la Institución teresiana con Josefa Segovia, y magnífico sacerdote entregado a la educación, la promoción de la mujer, y el trabajo social con los más pobres. En la FAE empezaron a quedar integrados los colegios católicos de España, que eran no solo los colegios dirigidos por los religiosos/as sino también los centros diocesanos y los dirigidos por seglares cristianos.
Esa era la idea original de Domingo Lázaro. Por eso, cuando años más tarde la FAE desemboque en la creación de la “Federación de Religiosos de la Enseñanza (FERE)“, por una parte se había consolidado el sueño de Domingo Lázaro, pero por otra se había “empequeñecido”. La respuesta más plena ha venido en 2004 al unirse FERE a los “Centros Católicos (CECA)”. Paso a paso, y a buen ritmo, fue completándose la estructura y realizándose los ambiciosos proyectos: la aparición de la revista “Atenas” (Abril 1930) para la información y orientación pedagógicas, y de la que Domingo Lázaro fue alma y animador; las “semanas de Educación” (1932), con miras al acercamiento y unión de los Institutos religiosos docentes y del elemento oficial, sobre todo maestros; el “Instituto Pedagógico” (1934), más tarde “Escuela superior de Educación”, para maestros, inspectores y licenciados. Junto a esto, y en la misma línea, el P. Domingo prestó siempre ayuda eficaz a las asociaciones católicas de todo tipo. Particularmente a los Padres de Familia, Maestros, Jóvenes de Acción Católica, etc.
El final de una vida y el inicio de la gran crisis en España (1931-35)
La vida del P. Domingo termina cuando comienza uno de los periodos más dramáticos de nuestra historia contemporánea, desde el
advenimiento de la Segunda república a la conclusión en el enfrentamiento de los españoles por la guerra civil. Los días que vivió el país desde el 12 de Abril de 1931 fueron de zozobra y agitación progresiva. La Iglesia y el mundo de la enseñanza sufrieron duramente la tormenta. El P. Domingo, desde la revista Atenas, iba previniendo y registrando los acontecimientos: la aprobación de la nueva Constitución (1931), la disolución de la Compañía de Jesús (1932), y la tremenda noticia de la “ley de las congregaciones religiosas” (1933) que suprimía la enseñanza confesional. La situación se tensa de tal manera que la vida marianista se convulsiona, por ser tiempo de persecución: es el proceso de la “secularización” forzosa de la vida religiosa, y las transformaciones legales en los colegios. Pero al mismo tiempo que se sufre y se deterioran los modos habituales de vida, se adoptan medidas, que como en los comienzos del cristianismo, producen frutos: los marianistas españoles fundan en Argentina, y hay un impulso grande de la formación entre los religiosos (titulaciones universitarias), etc. Para el colegio Nuestra Señora del Pilar, que seguía siendo todavía el corazón marianista de Madrid, se tomaron las mayores precauciones debido al serio peligro de incautación que se cernía sobre el codiciado edificio. La perdida del Pilar supondría la ruina de la Compañía en España. Para disuadir al estado de su incautación se decidió destapar todas las deudas que amenazaban la propiedad, sobre todo la contraída con los marianistas estadounidenses, por el préstamo para la compra del edificio de Castelló. En el curso 1933-34 se nombra a Don Mario González-Pons nuevo director seglar y se escogen a varios titulados para que se hagan cargo de las clases. El claustro lo componen doce seglares, y veinticuatro marianistas; la mitad de estos duermen distribuidos en varios pisos de la ciudad. El P.Domingo sigue trabajando en los proyectos de la FAE. Precisamente preparaba la Cuarta Semana de Educación, cuando le sobreviene una gripe, que se convierte a las pocas semanas en una pulmonía. Consciente de su gravedad, convoca al subdirector y al administrador para ponerles al corriente de la marcha del colegio y de la administración de la provincia (trabajo que se le había asignado).
Desde ese momento se dedicó por entero a la oración. Su confesor, el P. Miguel Léibar organizó turnos para que rezasen con el paciente. El 21 de Febrero de 1935 recibe la unción de enfermos, y a continuación quiso renovar sus compromisos religiosos, leyendo la fórmula de la profesión religiosa: Después les dijo a toda la comunidad: “Sed fieles al espíritu de vuestra vocación, y unidos todos con vuestros superiores y con Dios, ¡adelante! Pase lo que pase, trabajad bajo la protección de Santísima Virgen María, nuestra Madre”. Al atardecer del día 22 recibió la visita de su hermano Mariano, sacerdote, que venía desde Burgos. Se abrazaron y despidieron, ya que poco después el P. Domingo entraba en agonía, y expiraba hacia las ocho de la noche.
Al día siguiente la totalidad de los alumnos desfiló por la capilla ardiente. Padres, antiguos alumnos, amigos y conocidos llegaron al colegio, atraídos por la fama de hombre íntegro y santo de que gozaba. Tanto el funeral, en la parroquia de la Concepción, como el entierro, constituyeron un gran homenaje de afecto y gratitud. Los marianistas españoles vieron en el P. Domingo al prototipo de religioso y al padre espiritual de la provincia. Todos lo estimaban como hombre de consejo y como modelo de virtudes cristianas.
Y sus amigos y los que le conocieron, dieron testimonios elocuentes de su figura: “Cuantos religiosos, sacerdotes y seglares, hubieron de beneficiarse de su irradiación, no dejaron de sentirse elevados hacia un mundo mejor, cuyas cimas parecía siempre vivir el alma selectísima del P.Lázaro, luminosa en el pensamiento, incansable en la acción, fervorosa en el sacerdocio, abnegada y generosa hasta el sacrificio en el servicio de los demás” (Juan Zaragüeta, catedrático de Pedagogía de la Universidad de Madrid, antiguo alumno de San Sebastián y sacerdote). “Por su cultura filosófica y teológica, y por su educación y relaciones internacionales, conocía como pocos los problemas pedagógicos, especialmente los de la segunda enseñanza, en los que era una autoridad mundial.” (Rufino Blanco, Regente de la Escuela superior de Magisterio, máxima autoridad en bibliografía pedagógica).
Bibliografía
SALAVERRI, JOSÉ MARÍA “Domingo Lázaro. Un educador entre dos grandes crisis de España”. Madrid. PPC. 2003.
CUEVA, BERNARDO “Breve biografía del siervo de Dios R.P. Domingo Lázaro y Castro SM” Madrid. 1987. Pro Manuscrito
ACTUALIDAD DE DOMINGO LÁZARO
La educación por la familia y en la familia
La figura de Domingo Lázaro, educador cristiano de la juventud, cobra renovada actualidad en nuestros tiempos. Doña Carmen Gayarre, hija espiritual del P. Domingo y pionera de la educación especial en España, dice esto al declarar como testigo en el proceso de Beatificación:
“Domingo Lázaro es un verdadero modelo de educadores cristianos en estos tiempos en que los educadores son tan necesarios.
Y en estos momentos que tienen mucha semejanza con el tiempo que él vivió”.
Nos detenemos, en estas líneas, en una intuición central del P. Domingo: la importancia de la familia en la educación. Fue un tema recurrente en su pedagogía, ya desde sus tiempos de Director en Sebastián. Y sobre él escribió una serie de artículos que fueron publicados, después de su muerte, en el libro “Forjando el Porvenir”, de 1946.
Espigamos de este libro algunos pensamientos del P. Domingo: “La familia es por su propia naturaleza un centro de educación y debe ser el principal centro de educación… Los padres áun reconociendo su limitación y en cierto grado su insuficiencia son más “competentes que los demás”… La educación que se hace “fuera” de la familia es muy incompleta, y muchas veces se hace “en contra” de la familia”.
“En el procedimiento de la madre está en substancia toda la Pedagogía, que es obra de abnegación, de entusiasmo y de amor.
Los pedagogos, si lo son algo, deben todo su arte a las madres”.
“Los Colegios pueden poco para la verdadera educación, y lo poco que pueden, no lo pueden sino cuando los padres educan en casa y… en el colegio, por su influencia, por el recuerdo de su amor y de su dignidad. El colegio puede poco, muy poco, cuando a él no llega la sombra del padre, ni hasta él se irradia el calor del corazón de la madre…La familia es el verdadero centro de educación. Con la acción de los padres puede el Colegio obrar maravillas; sin ella, no puede casi nada”.
“Es preciso que los padres se preocupen – iba a decir se obsesionen – con la educación de sus hijos. Este es, deben decirse a menudo, nuestro principal deber profesional, el deber personal, esencial e ineludible de nuestra paternidad. En este punto la despreocupación no es lícita. Despreocuparse es abdicar y abdicar sería prevaricar. Pueden los padres tener varios ideales: ideal humanitario, económico, político, artístico, etc; pero el ideal de los ideales, su ideal, es la educación de sus hijos. Todas las mañanas, al levantarse deberían formular un acto de fe en esta sublime misión”.
Me parece que estas palabras de Domingo Lázaro son de gran actualidad, aunque alguna expresión de la época pueda parecernos
anticuada. Vivimos tiempos en que la familia se siente amenazada por fuera y por dentro y en que los padres experimentan la dificultad de educar en valores o de transmitir la fe. Los centros docentes – públicos y privados – se sienten también inmersos en una crisis, muy fácil de identificar pero muy difícil de afrontar en el día a día de la tarea educativa.
¿No será el momento de encontrar inspiración y apoyo en educadores como el Siervo de Dios, Domingo Lázaro, que han gastado suvida al servicio de la educación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes?
Los “santos” son nuestros modelos e intercesores ante Dios. Confiemos al P. Domingo nuestras dificultades familiares y colegiales, en torno a la educación los hijos.
Enrique Torres Rojas, SM